Uno de mis amores platónicos ha sido siempre Audrey Hepburn. La descubrí en Desayuno con diamantes y a mi yo adolescente de entonces le deslumbró su glamour y elegancia. Audrey es un mito de Hollywood, cuya imagen icónica (especialmente la de esta película, con los diseños de Givenchy), se ha vendido en reproducciones de todos los tamaños, como un tótem del pop art.
Sin embargo, siempre sentí que el atractivo de Audrey procedía de un lugar que poco tenía que ver con el lujo, los vestidos caros o los peinados sofisticados. Hay cualidades que solo se adquieren bajo determinadas circunstancias. De eso trata en gran medida la obra que hoy os presento: La Guerra de Audrey.