Ha pasado bastante desde la última vez que escribí algo sobre periodismo.
Cuando yo estudiaba en la facultad, el periodismo ya estaba en crisis. Internet y las bajas ventas de papel (y por tanto la pérdida de ingresos por publicidad), parecían el iceberg al que inevitablemente parecía dirigirse el barco, salvo que nosotros, capitanes intrépidos, diéramos el golpe de timón, con la fórmula magistral para mantenerlo a flote, tal vez, haciendo unos contenidos excelsos para un público exquisito que los apreciaría.