Después de haber leído el cómic de Guy Delisle Pyongyang y de relacionarlo con las imágenes que se me vienen a la cabeza al pensar en Corea del Norte – Kim Jong-un inaugurando algún nuevo edificio público de dudoso valor práctico, amenazas a EEUU, ejércitos marchando de forma milimétrica y multitudinaria, etc. - me he acordado de la frase de Sam J. Lundwall en su Historia de la ciencia ficción cuando hablaba de las “pesadillas con aire acondicionado”.
No es mucho lo que sabemos de Corea del Norte. El régimen vende mediante celebraciones multitudinarias la alegría de vivir en “el lugar más feliz del mundo”. No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta que este paraíso parece esconder unos cuantos cadáveres en el trastero. Algo de esto nos cuentan coincidiendo entre sí casi punto por punto los supervivientes que han conseguido fugarse del país. Como siempre me ha interesado el tema, leí con interés el acercamiento que hace Guy Delisle en formato cómic. Voy a hablaros un poco sobre él y mis impresiones.
Vista nocturna desde el espacio. La oscuridad de la parte norte contrasta con el Sur |
QUÉ: cómic autobiográfico que cuenta la llegada y los dos meses que el autor estuvo trabajando en Pyongyang como supervisor de series de animación en el estudio deslocalizado SEK para la televisión francesa. Es importante decir que no pasa nada atroz en las páginas de esta novela gráfica. Delisle lo cuenta desde su punto de vista de observador occidental con todos los privilegios y limitaciones que eso comporta, por lo que no veremos torturas, acoso u otras violaciones de derechos humanos. Además hay que añadir que la visión del autor está teñida por el humor y la ironía. Lo que no significa que Pyongyang no sea perturbador en muchos momentos.
Una pequeña apreciación que quiero hacer sin desmerecer la obra, es que el autor, que se muestra siempre crítico y sarcástico con sus anfitriones coreanos, no muestra (o por lo menos en el cómic no veo ninguna alusión), el mismo afán crítico para con sus compatriotas por el uso de trabajadores deslocalizados en la elaboración de la animación, un tema que a mí personalmente me ha sorprendido pues no lo conocía, y en el que echo de menos ese humor, en otros momentos tan corrosivo, del autor. Entiendo que no quiera morder la mano que le da de comer, pero no se puede ser tan ácido con los otros y pasar tan de puntillas con los nuestros. Y además, hubiera sido un tema de exploración interesante: la doble moral de los países occidentales hacia los países subdesarrollados o en los que persisten formas autoritarias de gobierno.
QUIÉN: Guy Delisle es un dibujante e historietista canadiense. Nacido en 1966 algunos de sus trabajos más importantes han sido Shenzhen, Crónicas birmanas, y Crónicas de Jerusalén, que tienen en común con Pyongyang el ser crónicas de sus viajes y experiencias por Asia y Oriente Medio. También es autor de la Guía del mal padre, de la que ya se han publicado tres tomos. El protagonista de este cómic es el propio autor, quién se dibuja a sí mismo.
Como dibujante Delisle es bastante minimalista, muy cerca de la caricatura, un estilo que recuerda algo a Marjane Satrapi, de la que ya hablamos. El estilo sobrio y contenido, pero a la vez expresivo de los dibujos le va como anillo al dedo a esta historia. Alguno de los dibujos que más me han gustado son esos planos de los coches recorriendo las calles oscuras durante la noche de Pyongyang. También me parecieron ingeniosos sus juegos de complicidad con el lector, una hábil estratagema para comunicar muchos datos de una manera irónica, y que se repiten en varias ocasiones a lo largo de la obra.
Respuesta: el 6 puesto que no lleva la insignia oficial de Kim Il-sung ni de Kim Jong-il |
CÓMO: Pyongyang es una mezcla entre libro de viajes, diario personal y anecdotario, siendo ésta última parte la que mejor funciona para mi gusto. Es bastante libre y poco sistemático en la narración del relato y más que seguir un orden o hacer una contextualización en profundidad del país o de la historia reciente (aunque también se aportan datos cuando vienen al caso), lo que el autor intenta es revelar pistas de la idiosincrasia y de la situación de los derechos en el país a través de pequeños detalles, como pinceladas.
El lenguaje del cómic permite un acercamiento a lo cotidiano y aparentemente banal que es la clave de un análisis muy agudo en muchos momentos. Pero me parecen exageradas algunas de las críticas favorables que he leído (y que aparecen en la contraportada) de que se hace un relato “riguroso”, “casi periodístico” del país. No niego que todo lo que cuenta Delisle sea cierto, pero para mi gusto no basta con contar unas cuantas cosas que son ciertas para tener una visión rigurosa de la realidad. El periodismo no puede quedarse en anécdotas o notas de color, debe ir más lejos y preguntarse más cosas. No me parece comparable en este sentido el trabajo de Delisle con el de Joe Sacco (el historietista reportero).
DÓNDE: Pyongyang es la capital de la hermética Corea del Norte, un país que vive bajo la dictadura de Kim Jong-un, hijo de Kim Jong-il que a su vez es hijo del Kim il-sung el “eterno presidente”.
Pyongyang es “una ciudad obediente, una ciudad para los jóvenes y sanos, una ciudad dedicada al espectáculo turístico constante” como cuenta este excepcional (y escalofriante) documental de la BBC. Se trata de una ciudad que sirve o pretende servir de escaparate del país: carreteras modernas, grandes edificios, importantes infraestructuras (muchas de ellas sin uso real). También los más leales trabajadores son premiados con venir a la capital, muchos de ellos consiguiendo el billete gracias a delatar a un vecino. A pesar del intento de mostrar un país avanzado y próspero, pequeños detalles traicionan la verdad oficial para el observador perspicaz… siempre y cuando tus guías se descuiden un momento y te permitan mirar en otra dirección más allá de la propaganda oficial.
Pyongyang (cómic) empieza con el autor cruzando la aduana. El guardia le registra el equipaje y encuentra el libro 1984 de George Orwell. A la pregunta de éste sobre la temática del mismo, Guy le dice que se trata de “una novela antigua, un clásico de los cincuenta… es ficción”. Sin embargo, la mención de 1984 no es para nada casual, ya que se trata del país que más parece acercarse hoy día a la pesadilla totalitaria imaginada por Orwell.
CUÁNDO: el autor habla de sus experiencias en su viaje en 2003 a la capital del país norcoreano. Entonces estaba al mando el padre del actual líder (es que es una dinastía comunista, lo cual tiene telita). Muchas cosas no parecen haber cambiado en este tiempo ya que el hijo no parece un aperturista precisamente.
POR QUÉ: En un momento dado el autor se pregunta por medio de su personaje en el cómic si realmente los norcoreanos creen en toda la propaganda que repiten sin cesar. Creo que es una de las preguntas más interesantes que se pueden hacer. No se llega a responder, porque entrar en la mente de otra persona (de muchos millones de personas) es simplemente imposible, dejando que sea el lector quien saque sus propias conclusiones. Eso sí, en un precioso final el autor no puede menos que desear que el avioncito de papel que acaba de lanzar llegue por fin a su destino.
Es Pyongyang una visión muy astuta y original no del infierno (esto sería lo que nos contarían las víctimas y aquellos que lo vieron por dentro y sobrevivieron); sino de su antesala, la ciudad escaparate de ese supuesto paraíso que el régimen quiere vender. Una antesala del horror que muestra, pese a su esmerada decoración, pequeñas grietecitas que a modo de mirillas permiten al observador tenaz percatarse de que lo que hay detrás es algo sumamente oscuro.
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