Si hay un tema tabú, un tema que a todos nos afecte y del que apenas hablamos, ese es el de la muerte. Parece como si, al no nombrarla, ésta no existiera. Hasta que llega el día (tarde o temprano llega, es ley de vida), en el que pasa lo suficientemente cerca de nosotros como para dejarnos claro lo que habíamos preferido ignorar: que esta vida, la nuestra también, tiene un final.
Siempre he pensado que esta especie de "ley del silencio" es un error. Es verdad que no se trata tampoco de vivir obsesionados, pero a veces creo que perdemos la oportunidad de pensar serenamente cómo queremos vivir, teniendo en cuenta que no vamos a estar siempre aquí. Cuando lo hacemos solemos ver como todo es relativo y tendemos a resituar nuestras prioridades, y entonces nos damos cuenta de que le estamos dando mucha importancia a cosas que no la tenían tanto. Y viceversa.
Es lo que pensé cuando leí Crónica de una muerte corriente de Luz Sánchez-Mellado, un reportaje aparecido en El País el pasado mes de marzo, que traigo a colación ahora porque me sobrecogió y porque, aunque tenía el blog cerrado en aquel momento, no lo quería dejar pasar. Merece lo pena que lo leáis hasta el final, pues el relato que la periodista hace de los enfermos terminales (y de la unidad de cuidados paliativos, entre otras cosas), es sinceramente magnífico.
Pinchad aquí para acceder al artículo: Crónica de una muerte corriente
La otra pieza es una noticia aparecida en el telediario de la Primera y firmada por Carlos del Amor, que lleva por título Ver a Rembrandt antes de morir y otros deseos. Resulta que hay una ONG en Holanda llamada Ambulancias del Deseo que se dedica a cumplir las últimas voluntades de la gente, que por lo general, son cosas bastante sencillas con las que en su día fueron muy felices: ver un cuadro, ir al mar, asistir a una obra de teatro o ver a su equipo de fútbol…
Aquí podéis verlo:
¡Hola, Miguel! Me había despistado de pasarme por tu blog, pero al responder ahora al tuyo en el mío me acordé.
ResponderEliminarVamos a ver, estoy de acuerdo contigo en que el tema de la muerte es algo que no se debería omitir en nuestro pensamiento pero tampoco estar obsesionados, pero al mismo tiempo.... ¿no te deprimes un poco si te pones a pensarlo? Si, vale, sé que hay que aprovechar el día a día y valorarlo, pero cuando pienso en que un día moriré y que todo lo que he sido pasará al olvido, me resulta un poco triste, al mismo tiempo me da pena perder todo lo que he aprendido, no es que sea una erudita, pero me sienta mal pensar que si de verdad existe otra vida y vamos a renacer (es una versión que me gusta) no recordemos nada de lo que hemos visto y de las cosas que hemos amado. Hay un libro, "Lazos de amor" de Brian Weiss, que me hizo pensar en esto hace poco tiempo, ya que él planteaba que vivimos varias vidas y estamos destinados a encontrar a personas a las que hemos querido.
Lo de las "Ambulancias del deseo" si que lo había visto en las noticias, hoy no tengo tiempo para leer el articulo que mencionas, pero mañana sin falta volveré por aquí y accederé a él.
¡Saludos! ;-)
Hola Omaira. Sé que el tema es un poco macabro, pero lo saco a colación porque me da la sensación de que la muerte está marginada en nuestra sociedad. Hemos intentado invisibilizarla; a los niños ni se les habla de cuando alguien muere, no vaya a ser que los traumaticemos. Antes, quizás porque la gente moría más a menudo, se vivía la muerte como un hecho natural, no se escondía y al hablarlo y tratarlo en comunidad, el dolor se hacía más entendible. Por otro lado, aunque soy agnóstico y por tanto no creo (ni dejo de creer) en el más allá, sí que pienso que algo de nosotros sobrevive como mínimo, en las personas que nos conocieron, las cosas que hicimos, los caminos que pudimos inspirar... Este blog es un ejemplo de ello: muchos de los personajes de los que hablo hace tiempo que dejaron este mundo, pero su legado me sigue inspirando a mí… y a otros muchos.
EliminarUn saludo, gracias por pasarte, nos leemos :).