Esta semana se cumplieron 70 años de la liberación de Auschwitz, el tristemente famoso campo de concentración nazi. Aprovechando la efeméride he releído Si esto es un hombre de Primo Levi y me he asomado a La Tregua y a Los hundidos y los salvados, libros integrantes de la trilogía de Auschwitz del autor italiano.
Primo Levi (1919-1987) escritor italiano cuya primera profesión era la de químico, fue también un superviviente del que ha sido, probablemente, el mayor abismo de maldad humana. Lo que le salvó como él explica en el prólogo de Si esto es un hombre, es que tuvo la "suerte" de no ser deportado a Auschwitz hasta 1944 a un año de la liberación y una época en la que, ante la escasez de mano de obra, se prolongaba un poco más la media de vida de los prisioneros en el campo, suspendiendo las matanzas dejadas en manos de particulares.
Antes he dicho que probablemente Auschwitz simboliza la maldad absoluta, la más alta cota de crueldad alcanzada por el ser humano en la historia (y ya es decir). Muchos diréis que han habido muchos casos de matanzas y genocidios igualmente atroces y más recientes (sin pensar mucho me viene a la cabeza el genocidio de Rwanda y las limpiezas étnicas durante la guerra de Yugoslavia). Es cierto, pero a mi juicio el caso de Auschwitz (como símbolo y exponente de lo que fue toda la barbarie nazi) supone un unicum en la historia por diversas razones. Para empezar, por lo sistemático y fríamente calculado de la matanza, con una estructura eficiente e industrial, que se fue depurando con los años con cámaras de gas y crematorios que funcionaban sin parar para "procesar" miles, millones de personas. Se piensa que solo en Auschwitz murieron más de un millón. En el conjunto de los campos de la muerte se acabó con una cifra aproximada de seis millones de judios. Pero aunque el enemigo principal, la guerra no fue solo contra los judios. Gitanos, gays, discapacitados...Todos los que eran considerados diferentes o inferiores por un régimen racista y enloquecido fueron ejecutados. Poblaciones, generaciones enteras desparecieron para siempre.
Otro aspecto propio de la tragedia que nos ocupa es que no ocurrió en un lugar remoto y tercermundista, sino en suelo europeo, protagonizado por un país culto y avanzado, y ante la pasividad o la colaboración de buena parte de Europa. Y por último, la crueldad inusitada de la matanza, que parecía contener el empeño no solo de quitar la vida a los prisioneros, sino también la dignidad. Primo Levi se refiere a los Lager (campos de concentración en alemán) como "campos de destrucción". Y me parece que esa es la mejor definición. Destruían la civilización, al ser humano. No solo a las víctimas a las que se trataba peor que a bestias, sino también a los odiosos ejecutores, transformados en abominables matarifes. Solo en una espiral de barbarie sin fin se puede comprender tanta violencia (mucha de ella inútil, como explica el autor en uno de los apartados de Los hundidos y los salvados).
El aniversario de este año es un tanto especial, ya que es probablemente de los últimos aniversarios redondos que quedan que contarán con supervivientes vivos que nos digan de viva voz cómo fue, cómo sucedió. Escucharles es necesario, no solo para brindarles aliento y comprensión ante todo el horror que sufrieron, sino sobre todo para que nosotros recordemos que esto ocurrió y que por tanto (y como concluye Levi) puede volver a ocurrir. Es necesario estar alerta. No se trata de ser fatalista, o pesimista, sino de estar alerta. Saber que el mal existe y está dentro de nosotros (como el bien, por otra parte).
Precisamente uno de los miedos que tenían los supervivientes y con los que los SS jugaban era el de no ser creídos, ya que como explica Levi:
(...) es curioso que esa misma idea "aunque lo contásemos, no nos creerían" aflorara, en forma de sueño nocturno, de la desesperación de los prisioneros. Casi todos los liberados, de viva voz o en sus memorias escritas, recuerdan un sueño recurrente que los acosaba durante las noches de prisión y que, aunque variara en los detalles, era en esencia el mismo: haber vuelto a casa, estar contando con apasionamiento y alivio los sufrimientos pasados a una persona querida, y no ser creídos, ni siquiera escuchados. En la variante más típica (y más cruel), el interlocutor se daba la vuelta y se alejaba en silencio".
Primo Levi es uno de esos testigos que, aunque ya nos dejó, permanece vivo en su testimonio. Debemos escucharle. Porque además en él hay razón, hay una búsqueda, un intento de explicar lo inexplicable, o por lo menos narrarlo de forma honesta. Eso es mucho, porque entender las cosas (lo que no significa justificar) ayuda a superarlas, a curar heridas que tal vez los que las sufrieron en propia carne no puedan olvidar ni perdonar, pero que nosotros como sus sucesores tenemos la obligacion de investigar y dilucidar.
La trilogía está compuesta por el implacable relato de su estancia en el campo (Si esto es un hombre), por la narración de los acontecimientos posteriores a la liberación del mismo (La Tregua) y por el ensayo-disección de alguno de los mecanismos de funcionamiento del Lager (Los hundidos y los salvados). Tres libros que aunque nacieron sin pretensión de ser una trilogía unida, tienen como común denominador lo ocurrido en el Lager.
Primo Levi, químico, ofrece una mirada científica a lo ocurrido en Auschwitz. Lejos del victimismo o de la demonización (lo que sería del todo comprensible) va más allá con una mirada honesta y un estilo depurado y sobrio que nos explica aspectos del ser humano que creo que merece la pena conocer. Entre ellos, me han llamado mucho la atención el de la "zona gris" (aquellos que se encontraban en un punto intermedio entre el papel de víctima y de ejecutor), la explicación de las múltiples maneras en que se produce la deshumanización de las víctimas, la importancia crucial de la comunicación y las peculiaridades de la lengua propia del Lager, tan característica de la excepcionalidad de ese lugar.
En fin, si queréis comprender y no solo compadecer... Si queréis internaros en aspectos oscuros del alma humana, si sentís la necesidad de saber, aunque a veces duela y pensemos que nos gustaría más mirar a otro lado... No dejéis de lado esta obra. Os dejo con la carta poema con la que Primo Levi comienza su libro:
Si esto es un hombre
Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.
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