sábado, 9 de septiembre de 2023

Cambiar el pasado: 22/11/1963

Hay fechas en las que recordamos perfectamente lo que estábamos haciendo. Son acontecimientos importantes, tsunamis históricos que llegan a nuestras vidas como las ondas de una explosión lejana.

Uno de esos momentos tuvo lugar el 22 de noviembre de 1963. Ese día fue asesinado en Dallas el Presidente de Estados Unidos: John Fitzgerald Kennedy, un acontecimiento que cambió la historia para siempre.

“El día que cambió mi vida”

Jake Epping, es un profesor de instituto que enseña Literatura en Lisbon Falls (Maine). Un día, Al Templeton, que posee una hamburguesería a la que va mucho, le hace una revelación asombrosa: en la trastienda de su local hay un portal que comunica con el pasado. En concreto con el dia 9 de septiembre de 1958 a las 11.58 a.m.

El portal funciona en ambas direcciones: es posible regresar por él al presente (2011), pero cada vez que cruzas de nuevo el portal vuelves al mismo día de 1958. El pasado entonces se reinicia y todo lo que hayas hecho anteriormente en él se borra.

Ilustración de Alextarazon (https://www.tumblr.com/alextarazon) del diner de Al Templeton

Al le confiesa que al principio solo “viajaba” a 1958 para poder disfrutar de una especie de vacaciones nostálgicas en el pasado. Pero un día cruzó su mente una idea mucho más ambiciosa: evitar el asesinato de Kennedy, que tendrá lugar pocos años después y que es un acontecimiento que, argumenta, cambió el mundo para mal (Guerra de Vietnam, asesinatos de de Martin Luther King y Bobby Kennedy, gobiernos de Nixon, etc.).

¿Cuántas veces puede un hombre normal y corriente cambiar por sí solo la historia de los Estados Unidos y del mundo?

Al se disponía a hacerlo, por lo que siguió e investigo a Lee Harvey Oswald, el hombre que apretó el gatillo aquel día de noviembre en Dallas. Pero a falta de pocos años para llegar al 63 se ve obligado a desistir al serle diagnosticado un cáncer terminal. Su única esperanza ahora es que Jake quiera sustituirle en la misión de salvar a Kennedy y cambiar la historia para bien. 

Pero hay también un pequeño detalle: al pasado no le gusta que le cambien, y se resiste con todas sus fuerzas…

“El pasado es obstinado”

Si la ciencia ficción es uno de mis géneros predilectos, el subgénero de los viajes en el tiempo es de los que me causan más fascinación.

¿Quién no ha imaginado la posibilidad de cambiar el pasado? Desde errores personales que consideramos que nos cambiaron para mal, hasta momentos históricos: eliminar a Hitler antes de que llegara al poder, por ejemplo.

Lo cual genera un tipo propio de ciencia ficción: la ucronía, que responde a la pregunta ¿Qué hubiera pasado si las cosas hubieran ocurrido de otra manera?

Pero si algo se repite en la literatura sobre viajes en el tiempo es la advertencia de que ojito con lo que cambias. El remedio puede ser peor que la enfermedad. Al fin y al cabo, y volviendo al terreno personal, nosotros somos el resultado, la suma de todas las decisiones buenas y malas que nos han llevado hasta aquí. Quizás cambiando alguno de esos elementos de la ecuación podríamos ser mejores y más felices… o quizás no.

Póster de Kennedy para la campaña electoral (1960)

Una de las cosas más importantes en las historias de viajes en el tiempo es explicar bien el mecanismo que lo pone en funcionamiento, los fundamentos que lo gobiernan. Esto el bueno de King lo resuelve con nota, entre otras cosas limitando las opciones: el portal solo puede ser usado para viajar a un momento concreto del pasado, siempre el mismo. Una vez allí hay que esperar a que llegue la fecha para poder intentar cambiarla. Cada viaje es el primer viaje (resetea el anterior).

Me ha gustado mucho la idea del tiempo “resistiéndose” a ser cambiado. Mediante una especie de ley de Murphy a lo bestia el tiempo se rebela a los cambios, respondiendo mediante coincidencias, obstáculos, accidentes… Cuanto mayor es el cambio que se quiere hacer mayores son las dificultades para llevarlo a buen puerto.

Os podéis imaginar que un cambio de estas dimensiones (evitar la muerte de JFK), no resultará nada fácil de acometer. 

Olvidarse del presente

No he leído todos los libros del prolífico King, pero sí algunos de los más clásicos (It, Carrie, El Resplandor, Salem´s Lot…), y en cualquier caso, los suficientes como para llegar a la conclusión que una de sus mayores habilidades como escritor es crear personajes muy detallados y cercanos, para lo que el autor suele tomarse su tiempo en mostrárnoslos, a fin de que nos identifiquemos con ellos y nos llegue a importar lo que les ocurra. 

Y esta ocasión tampoco es una excepción. De hecho, hay un momento en la novela en la que nos olvidamos de Kennedy, Oswald y todo lo demás. El autor consigue meternos tan dentro de la época como el protagonista, que por momentos parece incluso olvidar que está allí para llevar a cabo una misión.

Ocurre que Jake Epping, llegado a 1958, debe esperar hasta 1963 (o postrimerías, tampoco se trata de apurar tanto), antes de detener a Lee Harvey Oswald. Entre otras cosas, para estar seguro de que actuó en solitario, que no hay nadie más envuelto en el atentado, como multitud de teorías de la conspiración sugieren. 

El libro tuvo una adaptación en 2016 en forma de miniserie. Sin entrar en mucho detalle, la serie resulta un tanto desdibujada en comparación con el libro, volviéndose lenta y confusa y sobre todo dando mucha importancia a un personaje secundario del libro (Bill Turcotte) que aquí aparece como colaborador del protagonista y que no aporta gran cosa. 
En la imagen: James Franco en el papel de Jake Epping.

En ese momento (septiembre 1958), Kennedy aún solo es un semidesconocido senador por Massachussets. No es ni siquiera candidato a la presidencia, que ganará en 1961. Así que Jake, reconvertido en George Amberson, busca trabajo como profesor de instituto en Jodie, un pueblito de Texas, donde espera poder seguir también con disimulo los pasos de Oswald. 

Lo que no imagina es que en esta vida prestada va a conocer al amor de su vida: Sadie Dunhill, la bibliotecaria del pueblo. 

¿Será el tiempo de nuevo haciendo de las suyas?

El último baile

No voy a contaros el final. Más thriller de ciencia ficción que terror (aunque hay momentos genuinamente espeluznantes), 22-11-63 te deja pensando:

Suponiendo que pudiéramos viajar al pasado… ¿sería lícito y posible cambiar un acontecimiento histórico? ¿Cuál sería el precio? 

El protagonista vive una segunda vida en el pasado más llena de significado y plena que la primera, a pesar de ser una vida “prestada” y surgida del azar. ¿Hasta qué punto elegimos nuestra vida o son las circunstancias y, las personas que encontramos los que nos configuran?

La visión que hoy tenemos del pasado ¿es realmente fiel a cómo fue realmente? 

Saber que podemos cambiar nuestro destino o el de las personas que queremos ¿no es realmente una responsabilidad excesiva? ¿Tiene sentido una vida que puede ser repetida hasta conseguir el resultado que queremos?

Algunas de las peores heridas o de los momentos más oscuros de nuestra vida nos construyen… ¿Seríamos mejores sin ellos? 

A Stephen King muchas veces se le ha denostado por ser un escritor de género y sobre todo “comercial”. Pero si leéis alguna de sus novelas veréis que por encima del tema fantástico que toca laten cuestiones de gran calado sobre el alma humana. Valga este paralajes como un homenaje a un escritor que me ha hecho viajar hacia otros mundos con la imaginación, volviendo de todos ellos un poco más sabio, un poco más libre… y por qué no reconocerlo: un poco más asustado. 


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