sábado, 15 de marzo de 2014

La ladrona de vidas (libros)

Hace dos días vi por fin La ladrona de libros. 

Digo por fin porque ya tenía ganas, pero al final, entre unas cosas y otras uno no encuentra tiempo.  Así que en vez de en el cine, la vi en casa y en versión original. No he leido el libro, así que sólo os hablaré de las impresiones que me ha dejado la película.

La peli no es una obra maestra: falla por diferentes flancos, a veces a los actores les pasa eso de parecer "estar perdidos" en medio de una escena en la que no saben que cara poner o donde situarse. Creo que eso es un fallo del director, aunque tampoco soy un especialista. Otra cosa que no me convence es que (imagino que en la versión doblada no pasa esto) los actores hablan en inglés con acento alemán, a pesar de que se supone que son todos alemanes hablando con alemanes (¿?).

Pero dejando aparte estos detalles, la película tiene un par de escenas que me han conmovido profundamente, y eso no me suele suceder muy a menudo.

La primera cosa con la que me identifico totalmente es con el amor por los libros de la protagonista

Esto es algo que a quien no lo haya sentido no hay forma de explicárselo. La escena en que Liesel entra en la biblioteca de la mujer del alcalde y se queda extasiada cuando ve todos esos libros es preciosa y resume en una imagen lo que no se puede decir con palabras (o sí se puede, pero sería aburrido)

Otra cosa que me ha encantado ha sido la identificación entre palabras = vida.  La literatura como creadora de vida, de otras vidas y de la nuestra propia, que transcurre a través de las palabras que decimos, las palabras que para nosotros significan algo, las que nombran nuestros mundo, las que amamos. Palabras

Esto se simboliza en varios momentos de la película. Uno de los pasajes más bonitos en este sentido es cuando Max, el judio escondido en el sotano de la familia de Liesel, le regala un diario (en realidad un libro sobre Hitler pintado de blanco para que se pueda escribir en él). Y le dice:
"In my religion we´re taught that every living thing (every leaf, every bird) is only alive because it contains the secret word for life. That´s the only difference between us and a lump of clay. A word. Words are life, Liesel. All those blank pages, they´re for you to fill"
Quizá el momento culminante de esta toma de conciencia y de posición de la protagonista (al principio no sabía leer ni escribir y pronto se convierte en una devoradora de libros); es cuando ella se convierte por primera vez en narradora.  Sucede en un refugio durante un ataque aéreo, cuando se hace consciente de su capacidad de generar vida y esperanza en mitad del miedo reinante.
Entonces ella cuenta una bonita historia a una audiencia tan asustada como entregada:
"Había ua vez el fantasma de un muchacho,
a quien le gustaba vivir en la sombra de las cosas,
ya que así no asustaba a la gente.
Su trabajo era esperar a su hermana, quien estaba todavía viva
A ella no le asustaba la oscuridad,
porque sabía que era donde residía su hermano.
Por la noche, cuando la oscuridad llegaba a la habitación
ella le contaría a su hermano acerca del día
le recordaría como se sentía el sol sobre la piel
y el aire en los pulmones al respirar.
O el sabor de la nieve en su boca.
Y todo esto le recordaba a ella que seguía viva"
 Y la historia sigue...

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